REGALO DE REYES... EN NOVIEMBRE

lunes, 10 de noviembre de 2008

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Hoy me han alegrado la noche y con toda seguridad me iré a la cama (después de mi ratito rolero de cada noche) con una sorisa de oreja a oreja. Y qué bien, joder, porque ya es la segunda noche en muy poco tiempo que me llevo a la piltra una sincera sensación de bienestar: una con la victoria de Obama y otra hoy.
En su infinita, indigna e inmoral voracidad, los chichos de cierta asociación de infausta mención ya tiran contra todo. Literal oiga: contra todo. ¿Que canturrea usted una canción del rojete Victor Manuel? a pasar por caja. ¿Que se le ocurre a su hijo dibujar un cartel con acuarelas de la última película de Alejandro Amenábar? a pasar por caja. ¿Que se le ocurre a usted comprar una cámara de fotos para cuando vaya con la familia a la playa? a pasar por caja.
¡¡Como!! ¿Se niega usted a pasar por caja?, pero bueno ¿usted que se ha creido que es esto?.
Ah!, ¿que encima se permite usted el lujo de tener opinión propia? ¿QUE SE ATREVE A CRITICARNOS?. Se acabó: a la puta carcel. O bueno, mejor: a pagarnos la mejor indemnización posible y luego que Dios provea.
Estos tipos tan nutridos de ímprobos progresistas llenos de arte (se me ocurre el ejemplo del prolífico Ramoncín), en su desesperación fueron a por la revista "Quimera" por que entendieron que era delito opinar en su contra. Nueve mil euros nada menos le pedían por decir lo que se dice en ESTE artículo. Leed y juzgad.
Bueno pues al carajo con ellos. El juez les ha dejado con la ganas y ha absuelto a la revista. Bien, bien. Boquean.
En lo que a mi respecta, lo que pienso sobre esa extraña asociación, gestora, o sarta de piratas (elijan ustedes, que si lo digo yo igual también me empitonan) de métodos tan reprobables y carentes de ética supongo que puede intuirse con toda claridad, pero en el fondo hacen su trabajo. Defienden sus intereses y eso es algo legítimo. Indigno, injustificables, pero legítimo a fin de cuentas.
Lo que se lleva la palma es que un "Gobierno de España" (como les gusta llamarse) sustentado por el partido en el que milito y que se dice progresista sea el que con todo el descaro y la impunidad del mundo les de las alas más grande que inquisidor alguno pudiera imaginar. Entre otras cosas ahora por cojones todos, absolutamente todos, somos sujetos pasivos de un tributo que por primera vez en la historia de nuestro país y para mayor vergüeza del presidente y compañero J.L.R. Zapatero tiene una clarísima naturaleza finalista (para los que no sean técnicos ni expertos en Derecho Tributario, decirles que ningún tributo puede ser finalista, es decir, no pueden imponerse con una finalidad establecida de antemano), está establecido para la íntegra satisfacción de unos pocos y además da la vuelta torticeramente al principio constitucional de presunción de inocencia por el de presunción de culpabilidad.
Y todo con la estúpida excusa de la protección al arte y la creatividad.
Bueno, pues de momento... a calentar sillones chavales, que los de "Quimera" se os han escapado, y que cunda el ejemplo señorías, que cunda.

¿HURACÁN OBAMA?

viernes, 7 de noviembre de 2008

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Normalmente me la trae bastante al pairo lo que decidan para su país sus respectivos ciudadanos. En el caso de Estados Unidos la apatía suele ser involuntariamente mayor, entre otras cosas, porque ni vivo ni pretendo vivir en el mal llamado país de la libertad. Sin embargo, a estas alturas es una perogrullada constatar el tremendo impacto político-mediático que ha tenido la victoria del canditado Obama en las presidenciales yanquis.
Estados Unidos, por decirlo de la manera menos incorrecta politicamente hablando, no es un país que me de ninguna buena vibración, de la misma manera que tampoco tengo una imagen particularmente buena de un pueblo que ha elegido, por dos veces consecutivas, a un criminal como George W. Bush para dirigirles y representarles. Digamos que son personas que están ahí, que tienen una influencia mundial poderosa e innegable, pero que me caen lejíííísimo.
Es muy posible, lo reconozco, que la imagen que tengo de ellos esté estereotipada. Pues vale. También es muy posible que la realidad social de los Estados Unidos sea infinitamente más diversa que lo que ofrecen la televisión, internet o sus numerosas películas. Pero qué quieren que les diga. Son el país que pone y quita dictadores, inventa democracias que no lo son, secuestra y encarcela a personas porque sí, invade países en cualquier continente, embarga, somete y condena a pueblos vecinos a la miseria y el hambre... etc, etc.
De la misma forma que cuando estuve en Roma jamás me llegué a sentir extranjero, pisar suelo americano (estadounidense, mejor dicho) me lo imagino como una aventura arriesgada donde en cualquier momento aparecerá un poli implacable que sin preguntar (ni falta que le hace) me sacudirá de lo lindo y luego me encarcelará o vaya usted a saber qué, sin que yo pueda ni siquiera decir esta boca es mía. En fin, kafkiano que es uno.
O paranoico si prefieren ustedes, pero es que desde mi más tierna infancia mi padre me inculcó una pasión por los derechos civiles que se resiente y chirría cada vez que veo cómo sociedades avanzadas y civilizadas renuncian tan tranquilamente a ellos sólo porque un charlatán de feria les mete el miedo en el cuerpo y de repente ese miedo deviene en la excusa perfecta y repetitiva con la que poco a poco, sin ruido pero sin pausa, destrozan el fruto de miles y miles de sacrificios personales que hoy ya son historia.
No obstante hay que ser justos y si es cierto que EE.UU. es el país que pone y quita dictadores, inventa democracias que no lo son y todas las demás cosas que mencioné antes, también hay que decir que son un pueblo que han escrito su corta historia haciendo de la libertad religión. Por eso me apena que hoy sea el país que es. Bueno, o era, al menos hasta ayer.
Porque la victoria del futuro primer presidente negro de la histora de EE.UU. rompe muchos e importantes moldes.
El tiempo dirá, pero la victoria de Obama creo que reivindica un país digno y, quizás, un poquito mejor. Mejor para los estadounidenses en primer lugar, claro, pero también mejor para el resto del mundo sobre el que los EE.UU. tiene tantísima capacidad de influencia.
No soy un ingenuo y no espero alardes, a fin de cuentas el nuevo presidente sigue teniendo un imperio que administrar y esas cosas no se hacen a base de dar besos o repartir sonrisas, de modo que imagino que continuaremos viendo invasiones y alguna que otra guerra (Bill Clinton, desde luego, no se cortó mucho al respecto). Pero sí tengo la esperanza de que se reduzcan lo máximo posible y tengo también la esperanza de que el totalitarismo y el fascismo de presidente cesante ceda el paso a una época en la que los yanquis vuelvan a valorar la trascendental importancia de los derechos civiles por los que tanto lucharon sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos y no renuncien a ellos tan fácilmente.
La esperanza es hermosa, vaya que sí. Veremos qué ocurre pero la verdad es que hoy la bandera americana me da un poquito de menos miedo. Ojala mañana la encuentre incluso amable.
Mucha suerte yanquis.

¿MULDER O SÓCRATES?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

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Terminé hace días la lectura de "Mysterium" y (otra vez) me veo en un pronóstico errado. No es ningún Expediente-X, al menos no tal y como los que somos (o fuimos, que hace tiempo que ya no se le ve rastro en ningún sitio) fans irredentos de esa buenísima serie entendemos los Expedientes-X.

"Mysterium" nos situa así, de entrada, con un pueblo entero (y hablamos de un pueblo norteamericano, que no son pocos los que tienen más habitantes que mi ciudad, Badajoz) sufriendo un fenómino extraordinario: su traslación física a otro lugar. Y no a otro lugar en una hipotética línea temporal (es decir, no se trata de un viaje en el tiempo), ni a otro lugar en el sentido físico y material de la palabra, no. En "Mysterium" el pueblo aparece en otro pais y otro mundo radicalmente distinto del que conocemos. Para que nos hagamos una idea facilona, se trataría de un viaje a otro lugar alternativo, a un Estados Unidos alternativo que no sólo no se llama igual sino que es producto de una evolución histórica "alternativa" que ha producido un país fuerte, que se encuentra en el principio del siglo XIX en guerra con España, donde la religión y la fe es dueña y señora del pensamiento colectivo (bueno, y del individual también). Y donde la palabra "libertad" lo más que viene a significar es que te dejen elegir a qué hora prefieres ir a misa. Porque a misa hay que ir ¿eh?.

Hay otros elementos accesorios más o menos interesantes como la religión que plantea su autor, Robert C. Wilson, y no porque se trate de una religión ultraortodoxa (que tampoco es que nos suene tan lejana aquí en España y con según qué sotana), sino por ser una religión no monoteísta, evolucionada desde las creencias de la Grecia antigua. Es decir, la plantea, la desarrolla y la justifica, dándole una razón de ser para con la que superarla como simple elemento recurrente y poder hacerla uno de los ejes centrales de la novela.

Con "Mysterium" pasa algo parecido (salvando las distancias, ojo) con lo que dije acerca de "El libro del día del juicio final". Me explico: las aventuras y desventuras de los personajes de la novela resultan interesantes y desde luego entretenidas, hacen que lata una contínua incógnita sobre qué va a ocurrir en las siguientes páginas y solo en el último tercio del libro uno puede comenzar a intuir acontecimientos. Pero no es eso. Al menos a mí me llamó poderosamente la atención el recurso a unos pasajes que no están en absoluto alejados de la filosofía pura y dura. Pero ojo que no es exageración ¿eh?: filosofía pura y dura. En mis tiempos (lejanos, pobre de mi) de bachillerato en el Instituto "Rodríguez Moñino" leí textos de filosofía que me dieron menos dolores de cabeza. Claro que por aquel entonces no era yo tan propenso a la reflexión como ahora pero en fin, ésa es otra historia. Por eso digo lo del parecido con "El libro..." porque, al menos en lo que a mi respecta, la historia y las vivencias y acontecimientos que genera son circunstanciales, son el envoltorio de un trasfondo de mucho más calado que poco a poco nos va desgranando RCW con esa exposición filosófica que he mencionado.

Hay además un pasaje dilapidario: en un momento del libro (esto NO es spoil), RCW nos situa en una conversación entre uno de los personajes y su tio, un brillantísimo científico, acerca de la ciencia, y hablan sobre los infinitos secretos del universo. En un momento dado el tío inquiere al sobrino a plantearse si no ha pensado nunca en las preguntas que jamás nos podremos hacer. Y lo que el tio teoriza sobre ese tipo de preguntas es digno de estudio. Breve pero soberbio. Y acojonante, ya puestos, porque es que es para leerlo y que se te pongan los pelos como escarpias de puro canguelo existencialista. Albert Camus probablemente se inquietaria leyéndolo. Y si lo llega a leer el pobre Rubén Darío cuando escribió Lo Fatal ya es que le da el síncope.

Y dos imágenes para acabar (por cierto SPOIL para ambas). Una de ellas compartida con mi amigo Tizarum: la de una mañana fría, nevada y desapacible, con la estampa de los cadáveres a medio congelar de los niños ejecutados por el inquisidor, colgados de las farolas que adornan el camino de entrada al instituto del pueblo. La otra, la de la explosión de la gasolinera y esos rostros extraños, deformados, demoníacos, que algunas personas del pueblo creyeron ver en las llamas (yo entre ellas) (Fin de SPOIL).

Hasta aquí la parte bonita. La parte mala es que, salvando los interesantísimos planteamientos filosóficos (bueno, más que interesantísimos, yo diría que sobresalientes), lo demás es relativamente previsible incluido, por supuesto, la evolución de la mayoría de los personajes (especialmente la de, cómo no, Demarch, ese gran tipo).

Y claro, ya he dicho muchas veces que para gustos los colores y lo que a mi me ha parecido un tratado inteligente e interesante de filosofía a otro puede parecerle un simple y llano tostón mañanero puesto solo para rellenar. Bueno, en ese caso habría que decir que, simplemente con la historia que cuenta, "Mysterium" es, pese a todo, y para concluir (que ya es tarde y tengo sueño) un libro claramente recomendable que merece la pena leer. Añádele el sofismo helénico, el existencialismo y todo lo que vino detrás y... bingo!