PENSAD EN FLEBAS

lunes, 17 de diciembre de 2007

Tenía ganas de Ciencia-Ficción y me puse a pensar en Flebas. Y... bueno, creo que me ha vuelto a pasar. A veces ocurre que empiezas un libro pensando que va a ser algo que luego resulta que no es, y el resultado inmediato suele ser una cierta decepción. Pues con esas me he quedado respecto de la obra de Banks.
Debo reconocer que con la CF tengo una relación extraña. La mayoría de los borregos con los que acostumbramos a compartir nuestras vidas están tan estereotipados que cuando oyen hablar de CF rápidamente enfilan sus neuronas (algunas de ellas aún pensantes) a los sables-láser, naves espaciales de combate o marcianitos de orejas puntiagudas, dedos que se iluminan y antenas con ojos de rana al final. Lo de siempre. Ninguno ha oido hablar de La mujer del viajero en el tiempo o de Muero por dentro, por poner sólo dos ejemplos. Esos libros forman parte indiscutible de mi once ideal, son del tipo de libros que te llenan de profundas satisfacciones mientras los lees, te emocionan, te sumergen en historias hermosas o trágicas que vives y sufres junto con los personajes. Grandes libros. Digamos que la CF de corte humanista (aún ando detrás del escurridizo "Los Desposeídos") ha sido para mi uno de los grandes descubrimientos y no me ha decepcionado ni una sola de las obras que he leído.
Sin embargo, cuando resulta que lo que busco es "lo típico" de la CF, es decir: guerras estelares, sables-laser, etc, etc., y salvando la espectacular excepción de Hyperion y La caída de Hyperion, a día de hoy todavía no he tenido suerte.
Supongo que tendré que redefinir el concepto que tengo de Space-Opera y hacerlo más abarcable a otras situaciones o entornos distintos de los combates estelares, pero el caso es que siempre me hablaron de Pensad en Flebas como un libro referente de la Space-Opera de modo que allá que me fuí. Bueno pues (como diría Don Antonio, que ya es mucho parafrasear) vuelvo ligero de equipaje. Me temo que la aventura me ha aportado poco de lo que yo esperaba. Digamos que la cuestión crucial sobre la que pivota mi humilde desencanto es que yo buscaba una historia en la que la guerra espacial fuese el centro y Pensad en Flebas me ha dado en cambio una historia (una gran historia, de hecho) en la que la guerra NO es el centro sino el entorno. Pensad en Flebas cuenta una historia que se desenvuelve en un entorno en el que la guerra es el telón de fondo, pero no la protagonista. Y ahí supongo yo que está el quid de la cuestión. Yo quería a la guerra de protagonista, al estilo de las franquicias de Warcraft o Starcraft (que menuda maravilla planificaron los guionistas de sendas aventuras). Esto no es nuevo tampoco, me ocurrió también con Médula, de Robert Reed. Sin embargo, y no es por ofender, no me parecen (aún con desencanto incluído) ni siquiera comparables las obras de Reed y Banks.
De todas formas, también estas experiencias son en el fondo positivas. No dejan de formar parte de la magia de leer. Son el reverso inseparable de la moneda que representa la ilusión de vivir otro libro y otro, y otro, y otro. Los libros, a cambio, solo te piden que estés dispuesto a aportar el mínimo de imaginación o voluntad necesarios para hacer tuyos los personajes y las situaciones que va a contarte. Aún así puede no agradarte pero si en el fondo del desencanto eres capaz de ver que el libro ha sido honesto contigo, no queda sino darle las gracias por el esfuerzo y seguir.
Y termino: gracias por el intento Flebas y ahora, con tu permiso, tomaré el tren que para en la estación de la calle perdido. Ya os contaré.
Disfrutad de estas fiestas, pensad en lo que realmente son y predicad con el ejemplo.
Nos leemos.

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