¿MULDER O SÓCRATES?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Terminé hace días la lectura de "Mysterium" y (otra vez) me veo en un pronóstico errado. No es ningún Expediente-X, al menos no tal y como los que somos (o fuimos, que hace tiempo que ya no se le ve rastro en ningún sitio) fans irredentos de esa buenísima serie entendemos los Expedientes-X.

"Mysterium" nos situa así, de entrada, con un pueblo entero (y hablamos de un pueblo norteamericano, que no son pocos los que tienen más habitantes que mi ciudad, Badajoz) sufriendo un fenómino extraordinario: su traslación física a otro lugar. Y no a otro lugar en una hipotética línea temporal (es decir, no se trata de un viaje en el tiempo), ni a otro lugar en el sentido físico y material de la palabra, no. En "Mysterium" el pueblo aparece en otro pais y otro mundo radicalmente distinto del que conocemos. Para que nos hagamos una idea facilona, se trataría de un viaje a otro lugar alternativo, a un Estados Unidos alternativo que no sólo no se llama igual sino que es producto de una evolución histórica "alternativa" que ha producido un país fuerte, que se encuentra en el principio del siglo XIX en guerra con España, donde la religión y la fe es dueña y señora del pensamiento colectivo (bueno, y del individual también). Y donde la palabra "libertad" lo más que viene a significar es que te dejen elegir a qué hora prefieres ir a misa. Porque a misa hay que ir ¿eh?.

Hay otros elementos accesorios más o menos interesantes como la religión que plantea su autor, Robert C. Wilson, y no porque se trate de una religión ultraortodoxa (que tampoco es que nos suene tan lejana aquí en España y con según qué sotana), sino por ser una religión no monoteísta, evolucionada desde las creencias de la Grecia antigua. Es decir, la plantea, la desarrolla y la justifica, dándole una razón de ser para con la que superarla como simple elemento recurrente y poder hacerla uno de los ejes centrales de la novela.

Con "Mysterium" pasa algo parecido (salvando las distancias, ojo) con lo que dije acerca de "El libro del día del juicio final". Me explico: las aventuras y desventuras de los personajes de la novela resultan interesantes y desde luego entretenidas, hacen que lata una contínua incógnita sobre qué va a ocurrir en las siguientes páginas y solo en el último tercio del libro uno puede comenzar a intuir acontecimientos. Pero no es eso. Al menos a mí me llamó poderosamente la atención el recurso a unos pasajes que no están en absoluto alejados de la filosofía pura y dura. Pero ojo que no es exageración ¿eh?: filosofía pura y dura. En mis tiempos (lejanos, pobre de mi) de bachillerato en el Instituto "Rodríguez Moñino" leí textos de filosofía que me dieron menos dolores de cabeza. Claro que por aquel entonces no era yo tan propenso a la reflexión como ahora pero en fin, ésa es otra historia. Por eso digo lo del parecido con "El libro..." porque, al menos en lo que a mi respecta, la historia y las vivencias y acontecimientos que genera son circunstanciales, son el envoltorio de un trasfondo de mucho más calado que poco a poco nos va desgranando RCW con esa exposición filosófica que he mencionado.

Hay además un pasaje dilapidario: en un momento del libro (esto NO es spoil), RCW nos situa en una conversación entre uno de los personajes y su tio, un brillantísimo científico, acerca de la ciencia, y hablan sobre los infinitos secretos del universo. En un momento dado el tío inquiere al sobrino a plantearse si no ha pensado nunca en las preguntas que jamás nos podremos hacer. Y lo que el tio teoriza sobre ese tipo de preguntas es digno de estudio. Breve pero soberbio. Y acojonante, ya puestos, porque es que es para leerlo y que se te pongan los pelos como escarpias de puro canguelo existencialista. Albert Camus probablemente se inquietaria leyéndolo. Y si lo llega a leer el pobre Rubén Darío cuando escribió Lo Fatal ya es que le da el síncope.

Y dos imágenes para acabar (por cierto SPOIL para ambas). Una de ellas compartida con mi amigo Tizarum: la de una mañana fría, nevada y desapacible, con la estampa de los cadáveres a medio congelar de los niños ejecutados por el inquisidor, colgados de las farolas que adornan el camino de entrada al instituto del pueblo. La otra, la de la explosión de la gasolinera y esos rostros extraños, deformados, demoníacos, que algunas personas del pueblo creyeron ver en las llamas (yo entre ellas) (Fin de SPOIL).

Hasta aquí la parte bonita. La parte mala es que, salvando los interesantísimos planteamientos filosóficos (bueno, más que interesantísimos, yo diría que sobresalientes), lo demás es relativamente previsible incluido, por supuesto, la evolución de la mayoría de los personajes (especialmente la de, cómo no, Demarch, ese gran tipo).

Y claro, ya he dicho muchas veces que para gustos los colores y lo que a mi me ha parecido un tratado inteligente e interesante de filosofía a otro puede parecerle un simple y llano tostón mañanero puesto solo para rellenar. Bueno, en ese caso habría que decir que, simplemente con la historia que cuenta, "Mysterium" es, pese a todo, y para concluir (que ya es tarde y tengo sueño) un libro claramente recomendable que merece la pena leer. Añádele el sofismo helénico, el existencialismo y todo lo que vino detrás y... bingo!

0 comentarios: