ROSEMUND, OH, ROSEMUND !!

lunes, 4 de agosto de 2008

De Connie Willis ya tenía una buena impresión cuando leí Tránsito. No recuerdo haberla reseñado en ninguna entrada del blog (luego lo comprobaré) pero después de Tránsito, y aún considerando las sabias advertencias del sabio Tizarum, Connie Willis subió un buen montón de puestos en mi lista de autores favoritos.
Calentito tengo todavía "El libro del día del juicio final" que terminé ayer y la buena señora Willis confirma su contínua ascendencia en mi particular Club de los Genios No Muertos.
En cierto sentido me recuerda Connie Willis a mi apreciadísima Úrsula K.LeGuin en cuanto que ambas escriben una suerte de Ciencia-Ficción con un marcadísimo humanismo. LeGuin superó todos mis esquemas con "Los que se alejan de Omelas", relato breve del que ya he hablado en otras ocasiones, y conocidas son las muchas reseñas de libros como los de la trilogía editada por Minotauro (Los Desposeídos, La mano izquierda de la oscuridad y El nombre del mundo es Bosque) o las maravillosas Historias de Terramar.
Connie Willis, creo, apunta en la misma dirección. Apuntan en la misma dirección sí, pero solo eso. Naturalmente cada una aporta su personalidad, clase, técnica y virtuosismo a sus obras y las hacen inconfundibles las unas con las otras, pero ese marcado humanismo, cada una a su manera, me impresiona en ambas. Hacen grande la Ciencia-Ficción.
Empecé El libro... con un cierto interés pero la verdad es que sin el mismo convencimiento con el que he empezado otras obras (sin ir más lejos: Tránsito).
A la altura de la página 20 ya no podía dejar de leer. Sencillamente, no era capaz, tenía que seguir.
Connie Willis te coloca de inmediato y sin apenas darte cuenta en el centro justo de un monumental huracán narrativo del que cuesta horrores escaparse. Siempre apuras a la siguiente página por ver de qué manera van a resolver los personajes (si es que lo consiguen) la difícil situación en que se encuentran y que empeora por momentos, y cuando terminas esa página apuras a la siguiente, y a la siguiente, y a la siguiente. Absorvente. Involucración plena.
El argumento ya es conocido. En el siglo XXI los viajes controlados en el tiempo son una realidad y las universidades envían historiadores a distintas épocas de la Historia para obtener información de primera mano en cada uno de esos lanzamientos. Uno de ellos es el que protagoniza nuestra historiadora, la joven e impetuosa Kivrin. El lanzamiento es al año 1320, poco antes de que la Peste Negra asolara Inglaterra, pero las cosas no salen exactamente como habían planeado y el escenario cambia radicalmente.
Por detrás está el trasfondo. La bien trenzada historia va dejando entrever poco a poco, lentamente, qué hay realmente detrás de la novela. Y no es una aventura trepidante (que también, pero de esas hay muchas), es el testimonio terrible y desolador de la condición humana con la Peste Negra como telón de fondo.
Estoy leyendo ahora "Las mentiras de Locke Lamora" pero he tenido que parar. De hecho, como también terminé en estas vacaciones "La estación de la Calle Perdido" la primera entrada le correspondía a la obra de Miéville y no a El libro.... Pero no puedo, no dejo de volver a la Peste Negra. No se me va de la cabeza. Tengo aún demasiado presentes a Rosemund, a Agnes, mi pobre e inocente pequeña, al padre Roche o a la doctora Arhens. A todos ellos, enfrentados a la inmisericorde, cruel y devastadora plaga, al dolor y a la presencia contínua de la muerte con las únicas armas de la fé devota en un Dios que nunca llegó (o tal vez sí, padre Roche, quizás tenía usted razón y le envió a Santa Catalina después de todo) y la esperanza. También pienso en Kivrin, en cómo continuó, en cómo luchó hasta la extenuación, en cómo moría con cada apestado y me pregunto si al final la rescataron realmente, si llegaron a tiempo. Puede que la rescataran, no se, que cada uno juzgue. Pero a tiempo no llegaron, sobre eso tengo convencimiento pleno.
Iba a decir, para finalizar, que hay mucho de tributo en ese libro y me viene al pelo rescatar, literalmente, una de las transcripciones de la propia historiadora, de Kivrin:

TRANSCRIPCIÓN DEL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL
(082808-083108)
Creo que no conseguiré volver Señor Dunworthy. (...)
No quiero que se sienta culpable de lo sucedido. Sé que habría venido a buscarme si hubiese podido, pero de todas formas no me habría marchado, no con Agnes enferma.
Quise venir, y si no lo hubiera hecho, habrían estado solos, y nadie habría sabido jamás lo asustados y valientes e insustituibles que eran.



0 comentarios: