PENSAD EN FLEBAS

lunes, 17 de diciembre de 2007

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Tenía ganas de Ciencia-Ficción y me puse a pensar en Flebas. Y... bueno, creo que me ha vuelto a pasar. A veces ocurre que empiezas un libro pensando que va a ser algo que luego resulta que no es, y el resultado inmediato suele ser una cierta decepción. Pues con esas me he quedado respecto de la obra de Banks.
Debo reconocer que con la CF tengo una relación extraña. La mayoría de los borregos con los que acostumbramos a compartir nuestras vidas están tan estereotipados que cuando oyen hablar de CF rápidamente enfilan sus neuronas (algunas de ellas aún pensantes) a los sables-láser, naves espaciales de combate o marcianitos de orejas puntiagudas, dedos que se iluminan y antenas con ojos de rana al final. Lo de siempre. Ninguno ha oido hablar de La mujer del viajero en el tiempo o de Muero por dentro, por poner sólo dos ejemplos. Esos libros forman parte indiscutible de mi once ideal, son del tipo de libros que te llenan de profundas satisfacciones mientras los lees, te emocionan, te sumergen en historias hermosas o trágicas que vives y sufres junto con los personajes. Grandes libros. Digamos que la CF de corte humanista (aún ando detrás del escurridizo "Los Desposeídos") ha sido para mi uno de los grandes descubrimientos y no me ha decepcionado ni una sola de las obras que he leído.
Sin embargo, cuando resulta que lo que busco es "lo típico" de la CF, es decir: guerras estelares, sables-laser, etc, etc., y salvando la espectacular excepción de Hyperion y La caída de Hyperion, a día de hoy todavía no he tenido suerte.
Supongo que tendré que redefinir el concepto que tengo de Space-Opera y hacerlo más abarcable a otras situaciones o entornos distintos de los combates estelares, pero el caso es que siempre me hablaron de Pensad en Flebas como un libro referente de la Space-Opera de modo que allá que me fuí. Bueno pues (como diría Don Antonio, que ya es mucho parafrasear) vuelvo ligero de equipaje. Me temo que la aventura me ha aportado poco de lo que yo esperaba. Digamos que la cuestión crucial sobre la que pivota mi humilde desencanto es que yo buscaba una historia en la que la guerra espacial fuese el centro y Pensad en Flebas me ha dado en cambio una historia (una gran historia, de hecho) en la que la guerra NO es el centro sino el entorno. Pensad en Flebas cuenta una historia que se desenvuelve en un entorno en el que la guerra es el telón de fondo, pero no la protagonista. Y ahí supongo yo que está el quid de la cuestión. Yo quería a la guerra de protagonista, al estilo de las franquicias de Warcraft o Starcraft (que menuda maravilla planificaron los guionistas de sendas aventuras). Esto no es nuevo tampoco, me ocurrió también con Médula, de Robert Reed. Sin embargo, y no es por ofender, no me parecen (aún con desencanto incluído) ni siquiera comparables las obras de Reed y Banks.
De todas formas, también estas experiencias son en el fondo positivas. No dejan de formar parte de la magia de leer. Son el reverso inseparable de la moneda que representa la ilusión de vivir otro libro y otro, y otro, y otro. Los libros, a cambio, solo te piden que estés dispuesto a aportar el mínimo de imaginación o voluntad necesarios para hacer tuyos los personajes y las situaciones que va a contarte. Aún así puede no agradarte pero si en el fondo del desencanto eres capaz de ver que el libro ha sido honesto contigo, no queda sino darle las gracias por el esfuerzo y seguir.
Y termino: gracias por el intento Flebas y ahora, con tu permiso, tomaré el tren que para en la estación de la calle perdido. Ya os contaré.
Disfrutad de estas fiestas, pensad en lo que realmente son y predicad con el ejemplo.
Nos leemos.

LUZ ENTRE TINIEBLAS

jueves, 29 de noviembre de 2007

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Se sale un poco del tema que abandera el blog, lo sé, lo sé, pero es que es una auténtica perla que encontré en otro blog donde hay discusiones ciertamente interesantes. Para cualquiera que sea padre o tenga un mínimo de interés por los problemas de la educación infantil esto es una Biblia en todos los sentidos. Sin más comentarios. Tomen nota nuestros también dignísimos políticos. Ea, que no se diga que no creo yo en jueces ejemplares como este. Lo malo es lo poco abundante que son :P

Ah, por cierto, hoy mismo se ha publicado en la prensa la expulsión de la carrera judicial de una tipa que, huy mire usted que mala pata, se le pasó ordenar la excarcelación de unos ciudadanos a los que previamente ella misma ya había absuelto. Pero bueno, el despistillo traicionero no fué para tanto porque esos vilipendiados ciudadanos solo tuvieron que pasar unos pocos cientos de días en prisión (alrededor de 400 días, que tiene miga la cosa) sin motivo ni condena y no nos vamos a poner ahora melindrosos con el calendario ¿eh, señoría? que tampoco nos vamos a escandalizar porque haya inocentes en las cárceles ¿eh, señoría?. Algo habrían hecho esos canallas... y si no, pues se le echa la culpa a otros (o al estres judicial, que es muy socorrido para estas cosas) y hala, hala, unas palmaditas en la espalda, un losientodetodocorazón y venga hombre, pelillos a la mar, que a fin de cuentas habrá hecho usted buenos amigos en el talego y además, qué coño, le hemos dado de comer gratis y todo. Si es que se me quejan ustedes por todo.. hala, hala, vaya usted con Dios y hasta luego Lucas que si te he visto no me acuerdo.
De modo que (por fin) ya tengo noticia de alguna sanción a algún juez. Lo que pasa es que esto, que en principio debería ser motivo de satisfacción, se torna (otra vez) en desilusión y desengaño.
Yo es que, perdónenme ustedes, soy muy dado a comparar ciertas cosas y ciertos comportamiento. Hummm, hagamos un juego de agudeza imaginativa. A ver, primero imaginen ustedes a un tal Juanito, probo asalariado mileurista (si tiene suerte) que en un día particularmente aciago de ideas le da por secuestrar a su jefe, patrón, confesor y amo absoluto, origen de todos sus males. Asi que se lo lleva a su casa, le encierra con llave y le deja allí un año. Eso sí, con la nevera llena y la casa en perfecto estado de revista.
Imaginen ahora la otra estampa, que no es otra que mi amiga la jueza sufriendo el quisquilloso despiste por culpa del cual una persona se tira más de 400 días en chirona sin tener porqué estar allí.
A mi primo Juanito un juez le enchufará, como mínimo, una condena de entre cinco y ocho años de prisión (Artículos 163 y demás del Código Penal) y esto sin considerar otras cuestiones técnicas más farragosas y difíciles de explicar en poco espacio como que si fuese funcionario le caería también una condena añadida de inhabilitación absoluta por tiempo de entre cinco y ocho años. Ustedes quédense con el dato. Paquete mínimo: cuatro años de talego.
Por el contrario, a la jueza despistada, otro juez (cómo no) le ha impuesto la espantosa condena de... perder su empleo. Eso de pasar por la cárcel a la que mandó y retuvo en ella a inocentes... no, no, anda ya, tampoco hay que llegar a eso. Esas penas se dejan para los que no son jueces. A los jueces, como mucho se les echa de la profesión. Esta ejemplar cumplidora y celosa defensora de los desprotegidos está sujeta a un reproche jurídico infinitamente menor que cualquier otro ciudadano. Mañana mismo podrá ir con total tranquilidad al super y pasado ponerse a buscar otro trabajo como si nada. Con un par. Hay que ver lo que tienen que hacer los pobres jueces para conseguir que les echen. Con lo fácil que es que te manden a la puta calle en cualquier Carrefour de pacotilla sin tener que secuestrar a nadie.
Qué quieren que les diga. Yo es que con esto no puedo, qué le voy a hacer.

VUELA EL TIEMPO Y LA DESAZÓN QUEDA

jueves, 22 de noviembre de 2007

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Este blog no es un obituario y jamás lo será, pero no me resulta posible dejar de, al menos, referir aunque sea brevemente y lamentar la pérdida que, para los que amamos esa genérica e indefinida dama que con el nombre de cultura creemos conocer, supone la muerte del actor, escritor, cineasta y académico Fernando Fernán-Gómez.
No sabría decir muy bien porqué pero lo cierto es que la figura de Fernando Fernán-Gómez me llamó poderosamente la atención casi desde la primera vez que la ví (creo recordar que con alguna reposición de "El Fenómeno"). Se me antojó entonces, a caballo entre los llantos de Marco buscando a su madre y los fantásticos combates de Mázinger-Z, un comediante agradable de los que sólo en contadas ocasiones me arrancaba alguna carcajada pero que siempre me sembraba el rostro de sonrisas. Fueron dos: Francisco Martínez Soria y él. Fueron mis actores favoritos de la niñez. Con ambos sonreí y con ambos disfruté de esas sesiones de películas españolas muy al estilo de lo que hoy sería "Cine de Barrio" pero sin tanta chufla y esperpento.
Pero si en Paco Martínez Soria veía yo al entrañable abuelito bonachón que todos queríamos abrazar, en Fernándo Fernán-Gómez veía, quizás, un poco más. Siempre me pareció ver (no sé si con acierto o no, pues nunca tuve el honor ni el placer de conocerlo personalmente) a una persona imbuída primero de inteligencia y, con el paso del tiempo, de un cierto aura de respeto, conocimiento, oficio y sabiduría que no he visto en nadie más del panorama nacional.
Ya dije que esto no es un obituario y así seguirá, pero quiera yo homenajearle o no, quedarán en mí sus personajes cómico-dramáticos (perdonen ustedes que en ocasiones me cueste distinguir lo uno de lo otro) que con esa sonrisa boba y socarrona derivaron luego en alguién de quien tendré la idea de que fué como ese otro personaje suyo: Don Rodrigo de Arista Potestad pero en anarquista. O como ese otro gigante: Don Gregorio, dignificando la profesión de maestro con mayúsculas a cambio de la traición y la tragedia más desgarradoras.
De aquellos tiempos me quedan ya sólo recuerdos, retazos de vida y experiencias que forman el complejo crisol de lo que hoy soy yo mismo: la casa de mi abuela Manuela, los mediodías de los sábados, la vieja televisión en blanco y negro del comedor, las partidas de dominó de mi abuelo, Marco y Mazinger, o las películas de Paco Martínez Soria y de Fernando Fernán-Gómez. Vuela el tiempo, sí, pero aunque a veces la desazón quede cuando echamos la vista atrás, miro hoy a mi familia, a mi esposa y a mi hija bendita y me alegro, me emociono y vuelvo otra vez a andar y a reir y a ser feliz, como siempre. Soy un hombre afortunado.
Gracias Don Fernando, por los servicios prestados. Con usted nos hemos hecho un poco mejores. Salud y libertad.

ARRITMIAS Y QUIEBROS VARIADOS

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Cuando hablo de arritmias no es que me refiera a ninguna insuficiencia coronaria afortunadamente; se trata tan solo (para no variar) de referirme a los contínuos giros de timón que con tanta frecuencia (des)gobierno el mando de mi particular Argos literaria.
Si en el anterior post hablaba de mis inclinaciones por probar la fantasía oriental, ahora resulta que el siempre perni
cioso Corwin me lleva de excursión a la Librería Univérsitas, con todo su fondo editorial desplegado amenazadoramente ante mi (y ante mi cada vez más escaso presupuesto) y claro, allí que se me presenta un tal Iain M. Banks con su puñetero Flebas y me sopla por lo bajini historias de naves atacadas en las cercanías de pozos de gravedad, de civilizaciones enfrentadas en una guerra de dimensiones galácticas, de naves de clase crucero y rescates imposibles... El resultado es obvio: libro al cántaro. Así que en esas estoy, leyendo (con mucho gusto, por cierto) la primera obra de La Cultura, de la que ya hablaré cuando la termine que, dicho sea de paso, seguramente sea pronto porque el libro es de los que atrapan. El próximo será El Sueño del Ruiseñor, primero de la Leyenda de los Otori, prometido, palabrita del niño Julián (¿o tenía otro nombre?).
Pero antes de eso una recomendación a los cuatro vientos, gritando a pleno pulmón y para todo aquel que le guste la buena literatura (y no solo del género fantástico): tienen ustedes que leerse las Historias de Terramar.
Los tópicos son falsedades que generan certidumbres
y la literatura fantástica (al igual que ocurre aunque en menor medida con la ciencia-ficción o el terror) lleva una vida entera sufriéndolos. Es extraordinariamente difícil encontrar a alguien (fuera de los que sí leemos fantasía, claro) que no piense que la fantasía son dragones, mazmorras y anillos varios donde el bien y el mal se lían a tortas a base de hechizos y magias de distinto pelaje mientras los gnomos corretean por ahí levantándole las faldas a las bellas princesas que esperan príncipes azules que las rescaten del aburrimiento, el sopor o la servidumbre.
Las Historias de Terramar son el antibiótico perfecto para esta enfermedad. Son los libros perfectos para que los reacios al género descubran un mundo de literatura sólida, hermosa, escrita con un estilo que me evoca a Isabel Allende, con la sonoridad (que no empalago) de Rubén Darío y con una fuerza del todo convincente. Es una obra que crea un universo no tan vasto como el de Tolkien pero extraordiariamente coherente, con unos personajes mucho más cercanos a la naturaleza infame y maravillosa a la vez de los seres humanos, donde la magia no es una evocación infantil sino una realidad temible, y donde las historias tiene poco que ver con la épica de otras franquicias del género (como por ejemplo y con todos mis respetos: Los Reinos Olvidados). Si tuviera que darle un libro a mi padre para demostrarle que la ecuación fantasía=barrio sésamo es una falacia seguramente elegiría estos libros. Ursula K. LeGuin es una escritora consagrada y una humanista excepcional que pone a la fantasía al servicio de la filosofía y de la literatura de calidad. Advierto que los que se compren los dos tomos que aglutinan los cuatro primeros libros de las Historias de Terramar tendrán que continuar con los Cuentos de Terramar y con el último volumen de la serie (En el Otro Viento), que cierra esta magnífica obra. Aunque a estas alturas supongo que todos sabemos ya el contenido de la saga, por si queda algún rezagado (al que le recomiendo vívamente que se adentre en esta maravilla) diré que las Historias de Terramar la componen CINCO libros independientes y autoconclusivos junto con otros CINCO relatos. Los libros y relatos de la saga son los siguientes:
  1. Un mago de Terramar (Publicado en el Tomo I de Historias...)
  2. Las tumbas de Atuán (Publicado en el Tomo I de Historias...)
  3. La costa más lejana (Publicado en el Tomo II de Historias...)
  4. Tehanu (Publicado en el Tomo II de Historias...)
  5. En el otro viento (Publicado independientemente)
  1. El descubridor (Relato, publicado en los Cuentos de Terramar)
  2. Los huesos de la tierra (Relato, publicado en los Cuentos de Terramar)
  3. Rosaoscura y Diamante (Relato, publicado en los Cuentos de Terramar)
  4. En el gran pantano (Relato, publicado en los Cuentos de Terramar)
  5. Dragonvolador (Relato, publicado en los Cuentos de Terramar)
Los relatos completan el universo creado por Úrsula K. LeGuin. La historia se narra al estilo de las aventuras del último héroe nacional conocido (el Capitán Alatriste) en el sentido de que sus peripecias se desarrollan a lo largo de varios libros autoconclusivos pero que engloban una historia y una ambientación común a todos ellos. Señalar por último que el relato "Dragonvolador" habría que leerlo entre el cuarto y el quinto libro de la saga (es decir, después de Tehanu pero antes de En el otro viento). El orden de lectura de la saga completa sería entonces Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuán, En la costa más lejana, Tehanu, Dragonvolador (relato) y En el otro viento. Huy, me llama Banks. Que los disfrutéis.

LA FANTASÍA ORIENTAL

lunes, 5 de noviembre de 2007

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Ya dije en otra entrada que iba a actualizar mi atrasado nivel de lecturas pendientes. Bueno, en este tiempo ha entrado en hibernación Todos sobre Zanzíbar (mi nivel de saturación de CF me impedía disfrutar de esta magnífica obra, así que decidí darme un respiro y buscar otras aguas mentalmente menos agitadas) y mientras tanto puse al día mis inconclusos deberes literarios con la TerBad terminando todos los relatos que tenía pendientes de leer y comentar; también finiquité la pentalogía de Las Crónicas de Ámbar (de Roger Zelazny, publicadas en España en dos libros de La Factoría de Ideas: Los nueve príncipes de Ámbar y Las armas de Avalón) y finalmente, ansioso como estaba de fantasía, me tiré a la yugular de Úrsula K. LeGuin (en sentido figurado, claro) y sus Historias de Terramar. Sobre las historias de Terramar hablaré cuando me haya leído las cinco historias (el primer volumen contiene las dos primeras novelas: Un mago de Terramar y Las tumbas de Atuán, y ambas han sido ya disfrutadas con deleite por este servidor de ustedes), pero pueden sus señorías hacerse una idea de mi parecer al respecto y por si alguno anda un pelín obtuso de ingenio le daré una pista: deleite.
El caso es que, una vez más, La Phila se agita. Tiene hambre, como siempre. Y ha vuelto su mirada y sus instintos hacia Oriente. De hecho hace ya tiempo que me viene susurrando deseos de historias legendarias, honor, tradición y muerte, y pasión, y amor. Oriente, con sus ninjas, sus samurais y sus códigos de honor, con el valor de las tradiciones, la historia y la familia. En definitiva: Oriente. Y si es de la época feudal mejor que mejor.
Así que echo un vistazo y encuentro pistas. Y me pregunto qué tal andarán sagas como La leyenda de los Otori, o qué tal estarán libros como Shiké (ojito con el precio que se le saltan a uno las alarmas del marcapasos) o la también saga de La leyenda de los Cinco Anillos. Veremos a ver, pero antes una pregunta, si alguien la sabe. Esta última saga está compuesta por seis libros, a saber: El Escorpión, El Unicornio, La Grulla, el Fénix, El Cangrejo y El Dragón. Sin embargo sus autores no son siempre el mismo con la excepción de Ree Soesbe (que repite autoría en, creo recordar, 3 de los seis títulos). La pregunta es ¿tiene alguien noticia de si esto ha ocurrido ya antes con alguna que otra saga (el que esté escrita por varios autores en vez de uno solo)?. Pregunta presumiblemente sin respuesta, que volará por entre la red de binarios hasta perderse en el infinito mar de silicio. God save the books.

EDITANTO, QUE ES GERUNDIO: Mirando, mirando, resulta (torpe de mi) que la Leyenda de los Cinco Anillos es un juego de rol. De modo que mis dudas se aclaran aunque el panorama oscurezca porque aunque en absoluto desmerezco jamás ningún JDR, más bien todo lo contrario pues me gustan casi todos (Vampire, Hombre Lobo, Warcraft of course, etc..), al menos hasta la fecha tengo comprobado que casi todo lo que se novela ambientado en un JDR (con honrosas excepciones como La Mascarada de la Muerte Roja) suele tener un tufo a engendro mediático-infantiloide que ni te cuento. De repente esos libros se me devalúan en mi subconsciente, espero leerlos algún día y comprobar que estaba equivocado.

OTRA DE JUECES Y DEMÁS GENTE DE MAL VIVIR

domingo, 28 de octubre de 2007

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A estas alturas de la película quien más y quien menos habrá ya despotricado lo suyo contra el animal ese que, valiente como buen racista, acosó, vejó y humilló a una menor extranjera (igual me da que sea ecuatoriana como noruega, inglesa, angoleña o de peñalsordo). Bueno, sobre él yo no voy a comentar nada porque no suelo perder el tiempo valorando lo invalorable. Ese tipo de individuos existen, han existido y existirán, forman parte de cualquier núcleo social. De igual forma que a los juristas nos enseñaron eso de ubi societas ubi ius, a los sociólogos digo yo que les enseñarán que en todo grupo social hay gente "normal", gente brillante y gente perversa, ruín, cobarde y cruel. Esto hay que aceptarlo y asumirlo. Jamás serán extirpados de nuestra sociedad porque son parte indisoluble de nuestro yo colectivo de la misma forma que la maldad es tan intrínseca al ser humano como la bondad, la honrradez o la dignidad. En lo que a mi respecta, sobran comentarios.
Ahora bien, que un racista tenga actitudes racistas entra (guste o no) dentro de lo lógico. Lo que ya no me resulta tan lógico es que un juez, aún a la vista de las pruebas de cargo que se han presentado, no haya metido en el remojo carcelario al autor de tan deleznable acto. En realidad no es que no me resulte lógico, es que me resulta despreciable. Y ojito, que cuando hablo de pruebas de cargo no me estoy refiriendo a pruebas indiciarias de actividad criminal, hablamos del famoso vídeo que con todo lujo de detalles muestra fuera de toda duda la agresión, la agredida, el agresor y el testigo.
En defensa de Su Señoría tengo que decir que, como casi todos, lo que sé es lo que he visto y leído en los medios de información y esta no es una excusa baladí ya que no son pocas las ocasiones en que, bien por una ignorancia profunda del tema sobre el que "informan", o bien por otros motivos espúreos, distorsionan la verdad hasta unos límites alarmantes. Ejemplos sobran pero ahora eso no toca.
Lo que sí toca es que este juez tan inalterable a la indignación pública sabe que se ha cometido un delito, es imposible e impensable la duda al respecto, sabe también quien es el delincuente y sabe quien es la víctima. Lo sabe, porque lo ha visto. Como todos. Con total nitidez y absoluta seguridad. Y aún así lo deja en libertad. Con un par.
El amparo jurídico al que se agarra Su Justa Señoría puede que tenga una cierta validez técnica y no hay que olvidar que ya son DOS los que han dejado en libertad a ese inocente chaval. En tal caso, doble es el desatino porque aunque todos seamos inocentes hasta que una sentencia diga lo contrario este es un delito flagrante de extrema gravedad y de enorme incidencia en la sociedad en la que vivimos. No cabe presunción de inocencia precisamente porque todos hemos sido testigos directos del delito. Poco importan las apreciaciones subjetivísimas de ningún juez. Ese tipo ha cometido un delito. No hay duda al respecto. Entonces ¿que hace en la calle?. Fácil: es el ejemplo vivo de la desmoralización social que impulsan demasiados jueces, una vez más, irresponsables y ególatras.
Con este panorama ¿algún juez tendría bemoles, sin que se le cayera la cara de vergüenza, de exigirle al testigo que hubiera intermediado en favor de la agredida? ¿Cualquiera de nosotros tenemos la más mínima legitimidad ética para exigirle a ese chaval un comportamiento heróico?. Son numerosísimos los ejemplos de absoluta desprotección legal o judicial de las personas que se comportaron como hipócritamente se le dice al testigo que se tenía que haber comportado. En fin, lo de siempre. Benditos sean. Amen.


DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE

sábado, 29 de septiembre de 2007

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Procuro echar todos los días un vistazo informativo a las webs de los medios de comunicación más significativos de nuestra piel de toro y presto particular atención a la web de la Cadena Ser y a la de El Mundo por eso de contrastar puntos de vista e influencias económicas y políticas (reconozco que la Cope, aunque lo intenté, es ya demasiado para mi salud mental). Bueno pues resulta que en la de la Cadena Ser se da la noticia de que un juez, visto el error que él mismo cometió durante una instrucción procesal, se ha "autocondenado" al pago de las costas procesales que ese error le supuso al Estado (y ojo al dato señora: hablamos de alrrededor de dos mil euros que no es moco de pavo y menos en Argentina que tampoco es que tenga la economía más próspera del planeta).

Naturalmente el juez es argentino, no español, faltaría más. Por estos lares no vemos un gesto así ni ciegos de maria. Aquí los nuestros se ponen muy en su sitio para emplumar a un chaval al que aún no le ha llegado la fase de desencanto político y que le dió (no faltará mucho para que piense que en maldita sea la hora) por quemar fotos del archiprotegido y sobrevaloradisimo Rey de España (delito por otro lado gravísimo que ha producido incontables pérdidas humanas y una merma intelectual seria en toda la nación), mientras otros un poquito más al sur niegan custodias a mujeres lesbianas porque no son "normales" (yo casi que añadiría "por suerte para ellas" porque hay que ver cómo está el patio).
El héroe argentino en cuestión se llama Gustavo Antoun, ex-chabolista y aunque aún no tengo yo muy claro que al final todo esto no acabe en decepción post-montaje/apaño publicitario, la verdad es que a veces uno se encuentra de frente con gestos de este tipo y es cuando, afortunadamente nos decimos a nosotros mismos que después de todo quizá sí valgamos la pena.
Por desgracia ya dije (y si no, lo digo ahora) que soy un pesimista ético en lo que a la condición humana se refiere y lamentablemente pertenezco a esos diletantes que creemos que el hombre sólo ofrece algún aspecto positivo si se le considera de forma aislada, como individuo y no como género. Como género los humanos no tenemos valor ni futuro ni esperanza. Ilústrense sus señorías con los extractos de Chad Mulligan (personaje semi-mítico de la muy densa "Todos sobre Zanzíbar") y se les pondrán los pelos como escarpias. Pero, como dijo M. Ende, eso es otra historia y debe ser contada en otro momento.
Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero no he podido dejar de comparar la actitud de este juez con la de sus colegas españoles. Y, bueno, iba a relatar mis impresiones al respecto pero casi que lo dejamos para otra ocasión porque creo que no me quedan antidepresivos en la mesilla.

P.D. Qué interesante debe ser eso de ser juez en España. Quiero decir: el Estado se divide (como es tradición, que no obligación) en los famosos tres poderes, a saber, el ejecutivo (ergo, Gobierno de la Nación), el legislativo (esto es, El Congreso y El Senado) y el judicial (sin comentarios). De forma que... si algún ministro (miembro del gobierno) es acusado de algo ¿quien le juzga? el juez. Y si es culpable ¿quien le condena? el juez. Si algún diputado (miembro del Congreso) o algún senador (miembro del senado) es acusado de algo ¿quien le juzga? el juez. Y si es culpable ¿quien le condena? el juez. ¿Y qué pasa si un juez es acusado de algo? pues que es juzgado por... otro coleguilla de profesión (o sea, otro juez). Y si es culpable ¿quien le condena? bueno, iba a decir que también otro juez, pero no estoy muy seguro porque en los útlimos treinta o cuarenta años ¿saben ustedes cuantos jueces han sido acusado de algo o condenados por algo? yo tampoco. ¿Y a cuantos creen que les mandaron a prisión con penas de cárcel? No se rían joder, que hablaba en serio. Menos mal que son todos unos santos incólumes e incorruptibles que si no igual me daba por pensar que hay más chanchullo que en las escopetas de feria, pero no me hagan caso que yo es que soy muy malpensado. Benditos sean. Amen.