LA IDENTIDAD DE LA IZQUIERDA.

martes, 25 de septiembre de 2007

En los partidos políticos de izquierda (o por lo menos en el que yo milito) encuentro peligrosamente enraizados algunos pensamientos políticos que por no discutidos han llegado a la categoría de dogmas de fe. Me inquieta particularmente uno de ellos: el de la igualdad.
Hoy día nadie en su sano juicio discute ni cuestiona el derecho a la igualdad de los hombres, pero... ¿que pasa si la defensa de ese derecho elemental se lleva a sus últimas consecuencias? ¿que ocurre cuando a un principio ideológico de tal calibre se le abriga con el telar del pensamiento político de un partido?. En mi opinión, acaba ocurriendo algo parecido a la eterna disyuntiva libertad-libertinaje.
En mi primer año en la Facultad de Derecho, el titular de
la cátedra de Filosofía del Derecho nos dejó algunas perlas que han marcado a fuego mi interpretación de las leyes en general y del Derecho como ciencia jurídica en particular. En una ocasión nos dijo (y, aunque de memoria, cito casi literalmente) "en nuestro sistema jurídico ningún derecho es absoluto. Ninguno. Ni siquiera el derecho a la vida", y en otra de sus clases, teorizando precisamente sobre la igualdad como principio constitucional nos enseñó que el ejercicio de la igualdad en el Derecho no consiste en absoluto en dar a todos el mismo trato jurídico sino en argumentar, razonar y justificar válidamente las diferencias de trato.
Ambas declaraciones son para echarles un rato pensando y reflexionando al respecto, pero en lo que al tema de la identidad de la izquierda creo que hay suficiente. En mi opinión la izquierda ha confundido lamentablemente el derecho a la igualdad con el trato igualitario. Y es un error.
En la entrevista que el ex-presidente de mi Comunidad
Autónoma concedió a la Cadena Ser, el compañero Juan Carlos Rodríguez Ibarra lamentando la trágica muerte de soldados españoles en Agfanistán, uno de ellos de Badajoz, dice con toda claridad que a la guerra solo van los pobres y aboga por la reimplantación del servicio militar obligatorio. ¿Porque dice esto? Porque tradicionalmente los partidos de izquierdas hemos defendido el servicio militar universal como la forma de evitar que los hijos de los que disponían de recursos económicos o influencias se librasen "en masa" de acudir a los llamamientos de los Ejércitos de España mientras que los obreros y demás "carne de canón" ponían su sangre al servicio del país (y ojito que por aquellos tiempos no sólo se hacía la instrucción: también se hacía la guerra, y sino véase Cuba pero eso es otra historia). Dicho en román paladino: si tenías dinero o apellidos no ibas a la guerra.
Ocurre que hoy, ya entraditos en el siglo XXI, me incomodan particularmente las declaraciones del compañero Ibarra porque niegan la mayor. Hoy al ejército va el que quiere, o por vocación o por necesidad. Como con todos los oficios del mundo. Y el que decide servir en el ejército sabe perfectamente qué tipo de trabajo se desarrolla ahí porque digo yo que nadie firma un contrato con, pongamos, el Ejército del Aire pensando que va a aprender aeromodelismo y fotografía artística desde el aire ¿no?. Entonces si una
persona libremente decide ser militar y ejercer la profesión de militar ¿cual es la pega?. ¿Quizá se refiere mi compañero a que a las Fuerzas Armadas no van los hijos de los ricos porque tienen Masters de la Universidad de Columbia y se llenan las filas con personas poco cualificadas? Pues claro, vaya novedad. Como en todos los oficios, porque no creo yo que entre los muy respetables empleados del servicio de recogida de basura de cualquier ciudad de España abunden los catedráticos ¿verdad?.
¿Que lectura hago yo de estas manifestaciones? La de que en la izquierda, a veces, asumimos postulados absurdos. Y, siento decirlo, pero no somos todos iguales. Algunos estudian y sacrifican los mejores años de su juventud mientras otros viven con muchas menos restricciones y disfrutan por anticipado una vida que luego les pasará la cuenta en forma, por ejemplo, de misión en Afganistán. Muuuuchas personas que conozco están más que cansadas de ver lo que les cuesta llegar a fin de mes, sin ningún tipo de ayuda, algunas creando pequeñas empresas (y puestos de trabajo para los que no somos tan valientes o tan temerarios), mientras que a sectores de la población, de forma cada vez más indiscriminada, se les ofrecen "viviendas sociales" que en la mayoría de los casos están en mejores condiciones técnicas (no digamos ya económicas) que las viviendas de renta libre con la que nos estamos esclavizando todos
nosotros.
En mi opinión haría bien la izquierda si sencillamente se preocupara de garantizar que TODOS tenemos las mismas oportunidades. Eso sí. Lo injusto no es denegar una beca a quien no estudia (que no es lo mismo estudiar una carrera que matricularse en una carrera ¿eh?) por mucho que su familia no tenga recursos. Lo injusto sería no darle la oportunidad de ganarse esa beca. Lo fácil que sería aplicar el viejo axioma izquierdista que decía eso de "la tierra para el que la trabaja" a todos los aspectos de la vida pública y en particular
a los criterios de concesión de ayudas públicas y beneficios sociales.
De modo que no, compañero Ibarra, la mili está muy bien donde está:
desaparecida. Sin lastrar el desarrollo generacional de nuestro país (que, sencillamente, no puede permitirse desperdiciar talento y capital humano como se desperdiciaba con la mili). Y los que van a la guerra, hoy, no son pobres, son profesionales. Como la copa de un pino. Y añado, además: profesionales ejemplares.

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